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Un listado de situaciones relacionadas con la música acontecidas a lo largo de 2014. Una lista ajena a lo mejor del año. Una simple recopilación de nueve momentos musicales relevantes desde un punto de vista afectivo, biográfico. Algunos conciertos, algunos discos, algunos descubrimientos inesperados…

Uno_El concierto de Damien Jurado en Apolo el 10 de marzo, con Courtney Marie Andrews como telonera. Toda la platea llena de sillas, a oscuras, todo muy silencioso, muy íntimo. No conocía a C. M. Andrews, pero en seguida me atrapó su voz (country y pastoril a lo Vashti Bunyan) y su guitarra (elegante, experta, y además un modelo – no entiendo de guitarras – muy bonito). En el escenario solo estaba ella, iluminada desde arriba (luego solo estaría él). Jurado apareció con una guitarra mucho más vieja. Más vieja, más sencilla y más pequeña; aunque quizás simplemente se veía pequeña por su corpulencia y estatura. Damien Jurado es un gigante. El público aplaudió ilusionado, ansioso, expectante (nosotros dos entre ellos), y él empezó a tocar con la pequeña guitarra sus magníficas canciones; a veces susurraba, a veces gritaba, a veces charlaba con la audiencia, a veces se ausentaba mentalmente… Un concierto muy emocionante y placentero, de aquellos que no quieres que acabe nunca. De aquellos que cuando intuyes que quedan pocas canciones para su fin, caes en una especie de nostalgia futurizada. Ese momento bonito y triste en el que echas de menos algo antes de tiempo.

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Dos_El concierto de Kiev cuando nieva del domingo 30 de marzo en Heliogàbal. Una actuación diurna, en horario de vermut (a las 13:00 h) que además coincidió con tu cumpleaños, y convirtió el día en un auténtico y fabuloso “Happy Domingo”. Las canciones de Kiev sonaron fantásticas y próximas, potenciando esa rareza tan atractiva y atípica que tienen. Canciones ralentizadas, complejas, ricas; canciones con ritmo propio, que no suenan a nada más, quizás sólo un poco al Niño Gusano. Gran contexto musical, el maño.

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Tres_El disco Rave Tapes de Mogwai, su octavo álbum de estudio. Llevo escuchando lo de la decadencia del post-rock desde hace más de 15 años. Cuando Mogwai publicó Happy Songs for Happy People (2003) ya se dijo que su sonido estaba agotado; el suyo y el de todos los grupos que hacían lo mismo. Es verdad que el Rock Action (2001) es sublime pero la verdad es que he yo disfrutado todos los discos que han ido sacando, y muy especialmente este último. Un disco donde, haciendo lo de siempre, y estando ya de vueltas, los escoceses ensayan múltiples atmósferas sonoras: las baladitas a piano, los guitarreos heavys, los teclados industriales, casi eclesiásticos. Remurdered me hace enloquecer. Y el vocoder de The Lord is Out of Control me hipnotiza. El post-rock es muy dado a la épica. Un día cualquiera de inicios de año, Rave Tapes se convirtió en un precioso regalo de gruta. Apareció bajo la luz roja para convertirse en uno de los vinilos más bonitos de nuestra colección. Todo geometría y místicismo.

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Cuatro_Evidentemente, un capítulo especial en lo momentos musicales del 2014 es para el Maldaltura, el festival de música independent de Llessui organizado por mis amigos de L’Eix del Mal el 19 de julio en dicha localidad pirenaica. Eso sí fue épica, y no el post-rock (lo siento, me río solo). Conseguir un magnífico cartel (Dofí Malalt, Neleonard, The Saurs, Les Sueques, vàlius, Macho y los Pin y Pon Dj’s para cerrar la noche), conseguir que más de 200 personas subiéramos a aquel prado, vencer a la tormenta (por cierto, el técnico me tuvo más de veinte minutos aguantando una loneta del escenario, bajo lluvia y viento), sufrir con tanta pasión que impida disfrutar el momento (Raúl Hinojosa y Rubén Jiménez, satisfechos pero exhaustos, fueron dos almas en pena durante el festival). Lo épico fue hacerlo tan bien que la gente – músicos y público – estemos ansiosos y expectantes por saber ya fechas y cartel para la segunda edición. Allí estaremos, aguantando loneta.

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Cinco_Otros momentos brillantes del 2014 son precisamente aquellos relacionados con Neleonard, banda que pude ver por primera vez en el Maldaltura, y que desde entonces me acompaña con frecuencia. Ya lo he dicho con anterioridad, Neleonard ha supuesto para mi la recuperación entusiasta del pop de manual, del pop de Elefant Records que tanto había escuchado a finales de los noventa e inicios de los dos mil. Neleonard es una actitud específica, un pequeño estado de euforia contagiosa y compartida, un punto de luz dentro de unos hábitos de escucha – los míos – más dados a la música sombría. Tras el Maldaltura, los he podido ver en varias ocasiones (Apolo, Hi Jauh, Centre Cívic Urgell…), y siempre sentí ese pequeño estado de euforia. El mismo que siento cuando en casa ponemos Agosto, su primer e.p. con Elefant Records. Las seis canciones son preciosas, y el vinilo es azul. En febrero los veremos en Madrid, y yo llevaré una camiseta azul celeste con un elefante amarillo en el pecho.

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Seis_Hace unas semanas estuve en Madrid para visitar unas exposiciones y ver a unos amigos. Raúl Díaz Reyes, uno de los artistas de la exposición, y uno de los amigos a los que iba a ver, me informó que Owen Pallett tocaba ese fin de semana (el viernes 12 de diciembre) en la sala TCLUB (antes Pachá, una sala magnífica de neones azules). Conocía bastante bien los discos anteriores de Pallett, pero no demasiado el último, In Conflict (2014). Y resultó que tanto disco como conciertos fueron fenomenales (me gusta como en Madrid usan en adjetivo “fenomenal”, aquí no sabemos, o nos da vergüenza). La música de Owen Pallett es difícil de clasificar. Una especie de electrónica orquestal, con voces ondulantes y melodías pop donde violín y teclados generan múltiples capas de sonido a través de pedales. Un virtuosismo sonoro que, lejos de exhibirse con arrogancia, llega al público – y especialmente en directo, en este caso acompañado de Matt Smith al bajo y de Rob Gordon a la batería – como una experiencia catártica, liberadora y única.

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Siete_El sábado 20 de diciembre, dentro los eventos organizados por el BIS (Barcelona Independent Sessions), y a una hora ya intempestiva para un señor mayor (como a la una de la madrugada), Comando Suzie tocó junto a Die Katapult en La2 de Apolo. Una sesión de tecno-pop oscuro a base de mucho teclado y voces graves; tanto la de Elena Comas y Anna Fredricksson de Die Katapult, cantando además en alemán, como la de Raúl López, líder y vocalista de Comando Suzie, que ofreció un gran repertorio de baladas dark repletas de sintetizadores y cajas de ritmo. Elegante, hierático e impasible sobre el escenario (gafas de sol incluidas, como Elena Comas), López se acompañó como siempre de Demian Recio al bajo y de su nuevo guitarrista Èric Palaudàries, alguien capaz de airear la densidad del tecno con elegantes y precisos riff de guitarras. Y parece ser que soy un “hombre sentimental”, puesto que me emocionó mucho el cierre del concierto con “cançó tonta”. ¡Qué bonito relato, Raúl!

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Ocho_Y ahora un momento musical ajeno a cualquier cronología, muy alejado además del presente, un momento antiguo y fascinante. Hace unos días, Ivanna López y Álex Gil me regalaron una joya: la Anthology of American Folk Music. Una colección de 84 temas de folk antiguo fechados entre 1926 y 1933 y editados por Harry Smith en 1952, según explica Greil Marcus en el libreto interior, un tipo de 29 años sin dirección definida. En 1997, dichas canciones fueron publicadas por el Smithsonian Folkways Recordings de Washington D.C. Un cofre maravilloso que ahora está en mi casa, y que no para de sonar una y otra vez. Volume One: Ballads, Volume Two: Social Music, Volume Three: Songs. El otro día, mientras conducía al anochecer por la C-58, dirección Terrassa, hice un vídeo con el móvil. Simplemente grabé la autovía mientras sonaba King Kong Kitchie Kitchie Ki – Me – O (1928) de Chubby Parker and His Old Time Banjo.

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Nueve_Y para acabar, una referencia concreta a Perspectiva Caballera (2014), el nuevo disco de Sr. Chinarro. He sido seguidor de Sr. Chinarro desde sus primeros trabajos con Acuarela Discos. Recuerdo una crítica que leí de su primer álbum (no tiene título) en la Gaceta Universitaria de la UB. No sé quien escribía ahí en esa época (mediados de los noventa) pero comentaban discos muy buenos. Compré el disco en Cd_drome y, como muchos de mi generación, me fasciné con Mi caracola loca, Niño Helado o Una rodillita dos. Seguí enganchado a todos sus discos hasta Ronroneando (2008), con una preferencia crónica en El por qué de mis peinados (1997) y No sé qué-no sé cuantos (1998). Dejé de escucharlo durante Presidente (2011), ¡Menos Samba! (2012) y Enhorabuena a los cuatro (2013), y ahora vuelvo a disfrutarlo como antaño. Perspectiva Caballera tiene las dos máximas virtudes de Antonio Luque: el tono oscuro y denso de sus primeros discos, y las melodías pop perfectas de El fuego amigo (2005), el que grabó con El Ejército Rojo de Los Planetas. Para mi, además, tiene dos temas fuera de serie, y ahí la referencia concreta de la que hablaba. Nod, una canción muy primera época, con voz arrastrada, violín quejoso, guitarras repetitivas y batería progresiva, y El viaje Astral, un auténtico hit pegadizo y obsesivo (muy “fuego amigo). Y es que no hay nadie más en el indie nacional que puede escribir algo tan maravilloso como: “anda y que les den, si viene muy bien, es larga la lista, falta la niña del exorcista…”.

Feliz 2015.

 

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